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viernes, 22 de agosto de 2014

Pico picapinos. (Dendrocopos major.)

En esta nueva entrada quería hablaros de otro amante del Pirineo, costumbres, arte, etc. Este no es otro que Miguel Ramón Henares, quién ya jubilado dispone del tiempo necesario que requiere dedicarse a su hobby favorito...la fotografía.
Entre sus trabajos fotográficos consta su afición por el arte románico en el Pirineo, colabora y sigue de cerca al grupo de Jotas Uruel, también es el fotógrafo del club de Hielo Jaca, es miembro del círculo fotográfico de Jaca y también colabora con la cruz roja y qué más... pues todo esto de manera altruista sin cobrar ni un chavo.

La parte que a mí me interesa es como no, su amor por la naturaleza y revisando parte de su trabajo veo que tiene fotografías espectaculares de animales que conviven con nosotros en el Pirineo y como consecuencia cualquiera que nos visite tropezará con ellos más pronto que tarde.

Solo tuve que proponerle en una ocasión la idea de mostrar algo de su trabajo sobre animales del Pirineo y su altruismo hizo el resto. 
En esta ocasión veremos sus fotos de uno de esos picapinos que tanto oímos y contemplamos volar por las riberas.

"Dendrocopos major". Pico picapinos.


Juvenil de Pico picapinos.































Este pájaro es especialmente desconfiado y como consecuencia difícil de fotografiar, en especial el macho de la especie.
Descripción: Dorso negro con dos manchas blancas en los "hombros", garganta y pecho blancos, partes bajas y alrededor de la cloaca rojas. Alas oscuras con moteado blanco, cola negra con plumas laterales barreadas de blanco; nuca roja en el macho y negra las hembras, píleo negro en los adultos y rojo en los juveniles en ambos sexos.
El tamaño oscila entre los 20-25 cm.

Habitat y distribución:  En la península Ibérica se encuentra más extendido en su mitad noroeste, aunque presente en todo el territorio con excepción de las regiones más áridas y la franja costera mediterránea. Este es un pájaro típico de toda clase de bosque, encontrándose desde los hayedos y robledales cantábricos hasta el encinar y alcornocal de la Iberia seca, pasando por los extensos pinares de las laderas montañosas, ascendiendo hasta el mismo pinar de alta montaña y los hayedos que rondan los 2.000 metros de altitud.






















Hembra en el nido.

















Ecología trofica:  El Pico Picapinos sube por los arboles apoyado en su cola corta y tersa y sujetándose con las uñas a la corteza. Progresa bien verticalmente o hacia los lados y se ha comprobado que también rodea el tronco circularmente. Estos movimientos sobre la corteza de los árboles son acompañados con un continuo trabajar con el pico, haciendo pequeñas melladuras lo suficientemente profundas para alcanzar los insectos y larvas refugiados bajo la corteza. Se ayuda con la lengua sobre todo para sorber la savia que brota de las incisiones practicadas por él alrededor del tronco. 



















Se alimenta de larvas de escarabajos, avispas y polillas; algunas arañas; ocasionalmente pollos de aves robados de los nidos. Pero si habita bosques de coníferas o aun frecuentando zonas donde existan pinos o abetos, las pequeñas piñas le atraen especialmente. Las coge con las patas o el pico y las lleva a un lugar adecuado donde sujetándolas bien en alguna rendija de la madera, va extrayendo las semillas o los piñones.





Biología de la reproducción: El Pico Picapinos golpea con extraordinaria rapidez y en cortos intervalos 12 veces seguidas la superficie sin corteza de un árbol seco o hueco con preferencia. Este sonido, como el de una corta ráfaga de ametralladora, que sorprende a quien no lo ha escuchado antes, es efectuado por la acción muy rápida del pico contra lo que podemos llamar caja de resonancia y que suele ser buscada en la parte alta de un tronco desmochado y seco
Que el tamborileo tiene una significación amorosa no ofrece dudas, pero en adición a él hay que señalar los vuelos que ambos adultos efectúan a partir del mes de marzo y que llaman la atención por la forma de espiral que dibujan en el aire y sobre todo por la gran excitación que los pájaros muestran una vez posados contra el tronco del árbol, dejando las alas entreabiertas y temblorosas tal como si trataran de abanicarse. Como nido no siempre hacen un nuevo agujero, sino que a menudo uno viejo de ellos mismos o de otra especie es usado año tras año. La puesta normal oscila entre 4 y 6 huevos, pero las de 3 y 7 no son raras. La incubación es efectuada en gran parte por la hembra, sobre todo durante el día y por la noche parece ser el macho quien ocupa el nido durante no menos de 12 horas consecutivas. Hasta la edad de 12 días el macho suele permanecer con ellos en el agujero durante la noche y algunas veces se ven salir a él o a la hembra de otro agujero hecho en un árbol cercano y que indudablemente usan como dormidero. En pocas semanas los adultos se desentienden de los jóvenes y comienzan a vagar unos y otros por el bosque. El erratismo dura hasta la siguiente primavera y normalmente los pájaros se ven siempre solitarios.






Miguel Ramón realizó estas fotografías una tarde de lluvia, durante 5 largas horas de espera bajo paraguas, arriesgando la salud de su equipo, hasta que obtuvo su recompensa. Al día siguiente con un espléndido sol, los pájaros abandonaron el nido... sin duda la espera valió la pena.


Ya sabemos un poco más de esta especie que con su sonoro y agudo canto, ¡¡kiick-kiick!! y tamborilleo tan particular nos acompaña con ruido de fondo a lo largo de nuestras jornadas de pesca.

















Gracias Miguel Ramón por tu aportación y también gracias a Miguel Sádaba por presentarme a tan extraordinario fotógrafo, próximamente veremos algo más de su trabajo.

Bye bye, Dendrocopos major!!

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